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7 min read | septiembre 3, 2014

Copérnico y el ombligo del mundo

Copérnico y el ombligo del mundo

Nicolás Copérnico fue un tipo que miró a las estrellas durante 25 años. Y aunque podríamos haberle hecho pasar a la historia por sobrevivir a una tortícolis crónica, lo cierto es que hoy le hacemos entrar en la Influpedia porque es uno de los grandes culpables de que hoy por hoy miremos al mundo como lo hacemos y, en un resumen muy muy muy rápido de cómo unas ideas llevan a otras y unos inventos a otros, tengamos redes sociales, nos hagamos selfies y hablemos de nuestros intereses desde infinidad de perspectivas y ángulos.

Sí, parece pretencioso y una locura depositar en un hombre del Renacimiento, en un astrónomo, la responsabilidad de un boom de finales del siglo XX y principios del XXI. Pero su teoría heliocéntrica lo removió todo y cambió de lugar el ombligo del mundo.

Como todo cambio revolucionario supuso que a los ojos de todos resultara un loco: ¿Cómo que la Tierra no era el centro del Universo y todos los cuerpos giraban en torno a ella? Pues no. La idea no era nueva,  Aristarco de Samos (310-230 a. C.) ya lo planteó, pero con Copérnico llegó el gran Giro.

Dar bola a esto suponía que la hegemonía del hombre sobre todas las cosas topara de bruces contra el suelo ya que a partir de ese momento, el Universo ya no se podría concebir como cerrado y jerarquizado, sino indeterminado e infinito con un centro diferente a esta esfera en que vivimos. ¡Inadmisible! Especialmente para la Iglesia. Tanto que no se atrevió a sacar a la luz su obra maestra  De revolutionibus orbium coelestium y se publicó tras su muerte, en 1543 por Andreas Osiander.

En definitiva, si todo girara en torno a la tierra y, por ende, al hombre, no tendríamos una visión de los objetos, del arte, de la vida, poliédrica. Solo miraríamos al frente y seríamos observados desde una única perspectiva. Al ser nosotros los que rotamos con libertad en torno a las cosas, lo que nos interesa o lo que no, nos permite hablar con un criterio propio y con una mirada única. Nunca seremos igual a otro, aunque aspiremos a ello porque la tendencia a la imitación es una engañifa de nuestro cerebro y que juega un papel importante en el camino de todo influencer. Y nunca nuestra visión será idéntica a la de otra persona. Y eso es lo que nos hace únicos. La genuinidad y la chispa ya es cosa aparte. 

Así, bloggers de cualquier tema nacen cada día a su forma, a su rollo. Y de este modo, suma y sigue con cada aplicación. Hoy estamos de un “copérnico” subido y tal y como él ha marcado nuestras vidas, nosotros nos lo hemos tatuado…

Con Copérnico en el brazo, un tattoo heliocéntrico
Con Copérnico en el brazo, un tattoo heliocéntrico

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