Si Marilyn hubiera tenido Twitter sabríamos si hace 52 años iba en serio. Si se acostó aquel día desnuda, solo acompañada por cuatro gotas de Chanel Nº 5, para hacer callar, una vez más, a sus fantasmas o si acaso quería de verdad dormir para siempre. Esta semana se celebra un nuevo aniversario de su muerte y como influencer de la historia nos paramos a imaginar, a hablar por hablar. Le abrimos así las puertas de nuestra #influpedia.
Seguro, le habrían impuesto a varios community manager para controlar cada una de sus palabras en cada una de sus facetas. Pero seguro, también, que se habría saltado las normas a su antojo, tocada de algo o por alguien, y hubiera convertido en viral sus Vines con besos u ocurrencias achispada, en millones de likes sus selfies entre sábanas en Instagram y Facebook o en trending topic sus confesiones irreverentes de rubia lista enamorada del marido de otra o de tintada que se hace la tonta jugando a ser frívola.
“Ojalá que la espera no desgaste mis sueños”.
“El sexo forma parte de la naturaleza. Y yo me llevo de maravilla con la naturaleza”.
“En Hollywood te pueden pagar 1.000 dólares por un beso, pero sólo 50 centavos por tu alma”.
“Una mujer conoce sus límites, pero una mujer inteligente sabe que no tiene ninguno”
¿No podrían ser perfectos tuits?
Más de una vez hubiera perdido por descuido (o no) su móvil en cualquier lugar inhóspito, la mesa revuelta del Despacho Oval de la Casa Blanca, el asiento trasero de un taxi, en un camerino con luces incandescentes o el baño de un bar de carretera. Fotos caseras, familiares, con greñas y sin maquillar. O insinuantes, autofotos pomposas y reflejos de espaldas al salir de la ducha. Dejando en nada las intromisiones en la intimidad sufridas supuestamente por algunas famosas de hoy y dejando al descubierto tantas y tantas estrategias de imagen que se perpetran para ganar adeptos dispuestos a desmayarse. Y todas estas escenas corriendo por la red, como antes corrían solo rumores de boca en boca.
Quizá con Twitter y todo lo demás no hubiera podido ser la misma. Puede que su imagen y su estela fuera hoy distinta, más tenue o de un color más casposo. Demasiado cercana y distante, demasiado real e inalcanzable, demasiado poco de Marylin y mucho de Monroe. A veces así ocurre en las redes por exceso de información o defecto de humanidad en pos de un objetivo comercial. Marilyn solo quería amor.
“¿Qué tan bueno es ser Marilyn Monroe? ¿Por qué no puedo simplemente ser una mujer normal? Una mujer que puede tener una familia… Me conformaría con un solo bebé. Mi propio bebé”.
“Tal vez no se quedó conmigo porque le daba miedo darse cuenta que yo lo quería como él no sabe quererse”.
“Soy egoísta, impaciente y un poco insegura. Cometo errores, pierdo el control y a veces soy difícil de lidiar. Pero si no puedes lidiar conmigo en mi peor momento, definitivamente no me mereces en el mejor”.
Más y más posibles tuits, señores…
Parece como si no pudiera ser casual que muchos de los hoy mitos y divas tuvieran que desaparecer de trágicas formas o inesperadas maneras. Pronto, jóvenes. En la cresta y, pese a todo, habiendo bajado al barro. Quizá envejecer arrebata antes y mal la belleza, el talento o el homenaje. Y quizá creerse inmortal es humano pero no lograrlo es lo que nos puede hacer divinos.
Marilyn Monroe vivió entre los vacíos y los excesos y su imagen pública construida ha trascendido manteniéndose como referente, como influencer sin mover un dedo. Y es que desde los prismáticos del tiempo toda vida novelada parece más apetecible que la verdad.
Nos quedamos hoy con una de sus máximas: “No quiero hacer dinero. Yo sólo quiero ser maravillosa”. Y vosotros, bloggers, tuiteros, instagramers… ¿A qué aspiráis?
Tags : actriz, aniversario, autofoto, Casa Blanca, Chanel, Chanel Nº5, cine, community manager, Despacho Oval, estrella, Facebook, Hollywood, influencer, Influencity, instagram, Marilyn, Marilyn Monroe, muerte, platino, rubia, selfie, trending topic, tuit, Twitter, vida, Vine