Por mucho que pasen los años y muchas sean las innovaciones que vayan instalándose en nuestras casas y bolsillos, hay una sabiduría popular que siempre nos pondrá los pies en la tierra. Y de un plumazo. Si nos adentramos, por muy poco que sea, en las enseñanzas del refranero español, pronto encontraremos sentencias tajantes, socarronas y, en algunos casos, contradictorias. Pero en todas ellas hay un factor común: hacernos pensar y aconsejarnos. Gracias a los refranes sabemos que no somos ni seremos los primeros ni los últimos en padecer o experimentar algo. Y eso, quieras que no, tranquiliza.
Barriendo para casa, hoy acudimos a este pozo de sabiduría eterna con ojos marketinianos, en prevención y consejo para influencias expresamente. Ahí va una buena retahíla (primera quién sabe si de muchas):
A buen entendedor, pocas palabras bastan
Nada de posts eternos. Esta premisa casa con otro refrán: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”, ciertamente. Pero aquí le añadimos un matiz más, el del “buen entendedor”. Los influenciers tienen dos que están deseosos de escuchar. Por un lado, las marcas, empresas y firmas que son objeto de sus opiniones (les hayan buscado o no) están a la expectativa siempre. Y, por supuesto, existe una comunidad de seguidores que puede estar creciendo cada día que también espera una pauta, una orientación, de ese líder de opinión. Dar en la clave, concienzuda y honestamente, basta y sobra.
Ande yo caliente, ríase la gente
En algún momento habréis sentido el miedo de empezar en algo, de ser criticado, juzgado o incomprendido. Aunque la expresión está literalmente relacionada con una condición física y nos resulta sencillo visualizar a una persona extravagante abriéndose paso entre una multitud que le señala con el dedo dando rienda suelta a la carcajada, es aplicable al mundo de la moda o cualquier otro. Te apasione lo que te apasione, si puedes imaginarlo, puedes crearlo. Y siempre existirá alguien que esté deseando que aparezca alguien como tú hablando de lo que te ronda por la cabeza. Que digan lo que quieran. Un día, cuando seas un referente, tendrán que tragarse sus risitas. Y, cómo no, otro refrán: “Quien ríe el último, ríe mejor”. Sé valiente, vive, siente, crea.
Como te presentes, así te mirará la gente
Gran parte del éxito en las redes está en la creación de un imaginario completo. Es decir, es un compendio de perfil, colores, contenidos, ideas, forma de escribir-hablar-mostrarse… Triunfar es fruto del esfuerzo pero, antes de nada, preguntémonos: ¿qué queremos contar? ¿cómo queremos ser vistos? ¿qué queremos transmitir y por qué? Al fin y al cabo, como en la vida en la calle o en casa, uno no puede controlarlo todo y la naturalidad debe ser siempre parte de tus recursos y bazas. Pero saber dónde vamos es indispensable para llegar al destino. Si sabemos quiénes somos, eso precisamente seremos. Y por más que otras personas, reales o virtuales, quieran que sea diferente, lo que muestras, eres.
A palabras necias, oídos sordos
Parte del camino hacia el éxito es el surgimiento de voces críticas, incluso destructivas. Pero que las haya es síntoma de algo, generalmente bueno. En la gestión de las redes sociales debe haber mucho de mano izquierda y sentido común. Lo hablábamos hace poco en este blog: “Don’t feed the troll”.
Las palabras se las lleva el viento
Respecto al punto anterior también podríamos relacionar este refrán. Al fin y al cabo, por mucho que parezca que el mundo se desploma sobre nosotros, después de la tormenta siempre llega la calma… Las palabras se quedan, pero también descalifican y ponen en su lugar a cada quién. No dejemos que las equivocaciones de unos arrastren a otros.
Pero, además, analizamos una nueva perspectiva: prometer hacer o ser y no cumplir es una mala publicidad. Hay que ser constante, justificar nuestro camino (aunque a lo largo del mismo cambiemos de rumbo u orientación) y demostrar nuestra valía a cada paso. Nadie dijo que influencer fuera fácil. Y quien lo diga, o no lo es o no sabe de lo que habla. Cumple. Pero cumple principalmente contigo. Siendo fiel a uno mismo, lo serás a tu comunidad de seguidores.
Gente popular, donde la llevan va
Bueno, de esto se trata también, de ser convocados allí donde hay que estar. Hacerte un hueco en el ámbito donde quieres desenvolverte y lograr ser un referente pasa por estar presentes donde nos interesa e interesa a nuestros followers para poder contarlo. Así que, sí, cuanto más populares seamos, más nos querrán tener cerca. Pero con un matiz importante, hay que saber qué nos conviene, qué va con nuestro estilo y por qué aceptar o rechazar las ofertas -y por cuánto-.
No se puede estar en misa y repicando
O la avaricia rompe el saco o quien mucho abarca poco aprieta, por ejemplo. El influencer parece estar en todas partes. En cierto modo, no para, es cierto. Pero quien llega alto es porque ha enfocado su objetivo y ha seguido un rumbo coherente y firme. Abarcar demasiado hace que no remates nada (a no ser que estemos ante un portento omnipresente y omnisciente). Más vale hacer una cosa bien e ir recolectando los frutos, que sembrar aquí y allá y no atender como se merece cada semilla.
De Dios para abajo, todo el mundo vive de su trabajo
Y hablando de seres omnipresentes y omniscientes, de haberlo, solo hay uno… Volvamos al principio: el refranero nos devuelve a la realidad de golpe y en este caso, recordad, por más que subáis sois mortales, sustituibles y finitos. Así que, insistimos, nadie regala nada gratuitamente y nadie logra ser alguien por arte de magia. Hay que trabajar.
El que hace un cesto hace cientos si le dan mimbres y tiempo
Sí, es cierto que cuando uno entra en una determinada dinámica, se familiariza con ella. Pero de ahí a que los temas, las experiencias, las oportunidades… salgan como churros o lleguen a tu casa sin mover un dedo, hay un mundo y parte de otro. Maña, maña. Constancia, práctica, “estar en el candelero” es lo que da tablas. Porque, otro refrán: “Hasta arrancar un ajo cuesta su trabajo”.
El mejor maestro echa borrón
Nadie está a salvo de errar y es parte del proceso. Recordad que nadie nació sabiendo y que no estamos libres de equivocarnos, pase el tiempo que pase. Es lo que nos hace humanos y también interesantes, lo que nos hace diferenciarnos de los demás, pero también de nosotros mismos. Es lo que nos da la oportunidad de rectificar, mejorar y seguir creando. Y siempre habrá un maestro por encima del que creemos maestro que también seguirá echando algún que otro borrón de vez en cuando. No pasa nada. Es más, nadie espera a Dios, lo dicho…
Y, aquí estamos nosotros, Influencity, trabajando para poner en valor todo ese trabajo. Haciendo posible los matches perfectos entre marcas e influencers para que todos encuentren lo que están buscando y propiciar una coherencia en el mensaje. Y como “el que avisa no es traidor” y “el que busca encuentra”, persistiremos en este océano del marketing de influencers.