Querido Perico de los Palotes

Se dice que Perico de los Palotes era un chaval que iba a su rollo aporreando un bombo por su pueblo con unos palos. Sin parar, tocando las narices con su música. Se llamaba Pedro y le colocaron el mote, nombre y apellido, con cierta sorna por su vehemencia. Pero ha pasado a la historia como un fulano cualquiera. Decir Perico de los Palotes es como decir “nadie”. Y aunque parezca irónico, el Marketing de Influencers tiene la obligación reivindicar para Perico su lugar real…

Perico de los Palotes somos todos. Cualquiera es un cualquiera. Un cualquiera con un blog y cuenta de Twitter. Es decir, todos somos hijos, vecinos, compañeros, amigos, hermanos de alguien. Y todos tenemos una afición o una pasión por la que podríamos morir o, mejor, con las que nos gustaría poder elegir morir practicando. Y de eso saben bastante los bloggers, tuiteros, instagramers, viners o viciosos de las redes desde cualquier aplicación o plataforma existente.

Hacer lo que nos gusta allá donde estemos, hacer ruido con todo el entusiasmo, defender nuestra visión del mundo con nuestros apodos con valentía y fortaleza, vencer las críticas, seguir adelante, marcar tendencia, trascender en el tiempo, ser referente y mirar con lupa a quienes quisiéramos parecernos, ser felices, disfrutar el camino, cantar a nuevos oyentes nuestra canción, introducir nuevas notas, estudiar nuevos campos y crear, siempre crear.

La red está llena de Pericos y de Palotes. De personas y de temas. De líderes y de contenidos. Y las marcas están ahí fuera construyendo tambores y baquetas, inspirando prendas y objetos, propiciando temas y opiniones. Y Pericos y baquetas tienen que encontrarse. Puede ser de muchas formas y maneras. Menganos, sotanos y fulanos son alguien, son muchos, son todos y tienen derecho y medios para hacerse con sus palotes ideales. Influencity es una manera. Constancia, confianza, esfuerzo y personalidad son las claves previas.

A quien os trate de Perico de los Palotes dadle las gracias de nuestra parte. Es importante aterrizar a cada paso con los pies en el suelo, siempre. No perdáis de vista a vuestros referentes y no dejéis de lado nunca vuestro horizonte. Coge las riendas de tus pasiones, lánzate a generar información que compartir con el mundo y haz sonar tu propia música. El nombre es lo de menos, quien se sume a completar tu sinfonía lo sabe y esas personas son los únicos que deben importar.