“Ayudar a los más necesitados es una parte esencial de mi vida, una especie de destino”. Esta es una de las frases célebres de Diana de Gales, conocida por todos como Lady Di. Pero pasó por la vida con la sensación de que esta máxima solo la aplicaba ella de dentro a afuera y no se aplicaba al contrario. Si su destino era cuidar de los demás, alguien se olvidó de cuidarla a ella.
Tuvo un matrimonio con luces y sombras, obligados por los convencionalismos y las exigencias protocolarias. Se dio de bruces con la realidad, cuando abandonó su inocencia de niña cabizbaja y cambió el chip.
Hablamos de la Lady Di que sin redes sociales la proclamaron como la princesa del pueblo y la princesa de corazones y también como una frívola irreverente. Como fuera, y sigue siendo icono de moda, estilo y forma de ser y de vida. Una mujer que bien podría haber sido blogger de alegrías y penas, de moda y lifestyle, columnista de política y compromiso solidario, tuitera empedernida e instagramera tras las buenas causas, viajera y madre. Con todos su altibajos emocionales y alimenticios, pasando por el desamor, el desenfreno, la enfermedad, los buenos hábitos, la irascibilidad y la amabilidad. Una persona y una vida de contrastes que, puestas en la palestra, no podían pasar desapercibidas.
Nos podríamos quedar con muchas de las facetas que Lady Di mostró, pero fue a raíz de la entrevista que ofreció a la BBC en la que confesó las zonas oscuras de su vida cuando su estilismo y forma de comportarse dio un vuelco. Donde comenzamos a ver a la Lady Di que quería ser y ya no la que se había cansado de ser. Y la moda fue una herramienta para su metamorfosis.
De esto:
A esto:
Rompió todos los códigos de su vida y dio emotividad y razones al mundo para comprenderla, aún encerrada en su jaula de oro y cristal. Llevó consigo una actitud a la Casa Real británica que a ella misma no le fue suficiente, pero que abrió paso al futuro que hoy impera.
Nunca abandonó su acento, sus raíces, y creció y vivió soñando en ser protagonista de ficción de los flashes y cámaras. Fue la primera princesa en posar en paños menores y también explotar el papel de madre tanto en el papel cuché como en la calle. Una naturalidad revolucionaria que la convirtió en referente de famosos y plebeyos que hoy siguen recordándola.
Desaparecida y convertida en mito, Lady Di entra en la influpedia con la mirada decidida y paso lento, vestida de lentejuelas y sueños de grandeza frustrados. Habiendo pasado por males y glorias propias de líderes, odios y amores, antes y más allá de la red.
“Los abrazos pueden hacer mucho bien, especialmente a los niños”, dijo. Ella pasó a la madurez casi sin pretenderlo y pasó el resto de su vida, hasta perderla en un accidente de tráfico, deseando volver a la infancia. Quizá para ser cada día abrazada.