Este es otro de esos personajes que llegan a nuestra #Influpedia y que recordarán expresamente aquellos que ya peinan canas hace algún que otro año. La Superabuela, ‘Super Gran’ originalmente, es una mujer mítica de la pantalla con acento, aspecto y contexto típicamente anglosajón con poderes y siempre acompañada del clásico cuadro británico en sus prendas. Impactante.
Las nuestras -esas “señoras que…” y también son madres que siempre tienen razón– son y han sido esas personas clave en la familia que suben, bajan, compran, venden, acompañan, riñen, consuelan, cuidan, esperan, perdonan, enseñan, aprenden, corren, calman, duermen, roncan, cocinan, piensan poco, de más y por otro, aparecen, desaparecen, cosen, remiendan, tejen, encuentran rotos para descosidos, se la saben todas, siempre te regalan un dicho… Y, sobre todo, aquellas que cuando ya no están siguen estando.
Y con toda esta retahíla de facetas y hábitos, ¿qué tienen que envidiarle a la superabuela de la televisión? Nada. Quizá que será eterna y que la ficción le permite rozar límites insospechados con una bicicleta voladora, un vehículo con el que podía navegar, unos patines de cuatro ruedas y, el gran secreto, los superpoderes de un rayo mágico que escapó de una ventana un tranquilo día mientras miraba sentada en un banco como un grupo de chavales juegan.
Verla en las pantallas nos hizo a muchos reír e impresionarnos, creer que nuestras abuelas eran amigas de ella, y entre todas ellas secretamente, y que en verdad también podían saltar edificios, hacer arder el asfalto y dar volantines de infarto. Pero que, por pudor y protección de su identidad, y la de sus familias, no lo hacían en público.
Gracias a ella nos dimos cuenta de que la laca también era un aliado digno de súper héroes y de que lo kitsch molaba y que se pueden combinar cuadros con flores, punto con puntilla, calcetines con medias y botas viejas de cordones sin que el policía de la moda te metiera en el calabozo.
La Superabuela sabía dónde pasaba algo y reaccionaba al instante y se divertía, encontró en plena tercera edad mayor energía que en toda su vida y nos hizo mirar con ojos positivos y alegres los cabellos blancos que nos rodeaban. Intuitiva, dispuesta, voluntariosa, humilde, enérgica, vital, amable, sonriente, buena persona, orgullosa, coherente y alocada. Todo en uno y, muy importante, conocedora de sus límites y fortalezas. Una influencer en toda regla que nos apropiamos.