El atractivo de las K

La popularidad atrae, engancha, suma. Es algo más allá de la credibilidad y la simpatía consciente, tiene que ver con un fenómeno psicológico conocido como Social Proof. Caminar en la misma dirección que un grupo nutrido de gente, contagiarnos la risa cuando otros ríen en grupo cerca, comprar el producto que se pone de moda, hablar sobre el tema de actualidad candente, querer ser amigo del chico o de la chica con más don de gentes de la clase o la oficina… tienen el mismo factor común que el impulso de seguir esa cuenta de Twitter, Instagram, Vine, Pinterest, Periscope o blog, por poner algunos ejemplos, que despunta. El qué, el cómo, el quién, por supuesto, son condición clave para que comience a despegar la atracción, pero siempre llega un momento en que la inclinación del subconsciente juega un papel indispensable.

“Si algo es bueno para muchos, también lo será para mí”, “Si toda esta gente dice que esto mola, es que debe molar”, “Si miles de personas saben lo que aquí se cuece, yo no voy a ser el tonto que se quede fuera o espere a que me lo cuenten”. Estas son algunas de las cosas que se dice nuestro cerebro. Y saberlo, contar con este plus de veracidad que imprimen las K -hablando de followers en las redes sociales-, aprovechar los momentos oportunos para hacer un sprint, aportar frescura, ofrecer novedad y riesgo, mejorar las técnicas, los medios y los mensajes… son estrategias que todo influencer debe tener en cuenta, pero también toda marca y empresa.

En las redes sociales cada vez vemos más opciones para realizar y recibir publicaciones patrocinadas. No son anuncios ni publicidad invasiva. Se trata de posts que normalmente tienen que ver con temas que individualmente nos resultan interesantes y que no aparecen por casualidad en nuestras pantallas. Además, el número de likes o favoritos, retuits o las veces que son compartidas o comentadas les dotan de mayor credibilidad y si alguna de estas acciones la realiza amigos o amigos de tus amigos, todavía cobran más valor inconscientemente para cada uno de los usuarios de las redes que entren en contacto. Esto no es más que una evolución intuitiva y útil de las necesidades e intereses de y para las personas que, en definitiva, son la base de todo motor económico y social.

Podríamos echar mano de infinidad de ejemplos -todos guardaremos en la memoria casos personales o ajenos que tienen que ver con esta incontrolable inclinación-. También de un montón de refranes que encierran enorme sabiduría popular -desde que el mundo es mundo y, aunque parezca increíble, no existían las redes sociales-. Pero preferimos hacer repaso de algunos estudios que evidencian toda esta locura tan cuerda como algunos de los experimentos de Solomon Asch:

https://www.youtube.com/watch?v=kDJCQ7NYdxE

Atender a estas cuestiones es tremendamente interesante en marketing, más si cabe llevado al plano online. ¿No os parece?