Esta pregunta no es nueva. Cuando hemos dejado un trabajo, hemos querido dejar constancia de nuestro buen quehacer con un folio y una firma, para no irnos con las manos vacías. Hemos preguntado: “¿Me recomiendas?”. Las cartas de recomendación funcionan en todos los ámbitos. Llevamos pidiéndolas desde mucho antes que Gracita Morales buscara casa nueva para servir. Y eso significa que funcionan.
Recomendamos diariamente: a alguna persona que puede ayudar a otra, una app que te puede hacer la vida más fácil, un producto que te ha encantado o un sitio que acabas de descubrir y al que piensas volver. Pensadlo. Podríamos crear un timeline diario tan solo de recomendaciones y no estaría vacío. Porque, por regla general, nos gusta ayudar, unir, aconsejar… Y en algunos otros casos, dejar ver que sabemos más que otros. Las recomendaciones forman parte de nuestro día a día.
¿Por qué funcionan? Porque confiamos en quien nos las da. Ni más ni menos. En todos estos años no se ha roto la cadena de confianza. Es un acuerdo no escrito, como el de no desvelar lo de los Reyes Magos… Todos sabemos lo que tenemos que hacer en esos momentos y obviamente no hemos hecho una reunión conjunta para ver qué decimos o dejamos de decir. Se sobreentiende que si alguien recomienda, lo hace de corazón.
¿Para qué funcionan? Para todo. Y eso es lo bueno. No hay discriminaciones. Todo o todos podemos ser recomendados. Si hay un producto, una experiencia, un sitio, algo tangible o intangible que puede gustar a alguien, habrá un recomendador para contarlo.
– Un influencer de verdad
– Alguien generoso que no se guarda la información para él sólo. Le gusta compartir experiencias.
– Un investigador. Llega algo a sus manos, lo analiza y entonces, una vez pasado su filtro, lo recomienda.
– Tiene como mantra “Compartir es vivir”.
– Alguien ávido de información. Quien recomienda suele pedir información en la misma medida. ¡No le dejes sólo!
– Un vende motos. Porque sólo podría hacerlo una vez. A la próxima, lo de Pedro y el lobo se quedaría corto.
– Un blogger. No todos los bloggers son recomendadores ni todos los recomendadores son bloggers.
– Un vendedor. No vive de si ese producto o ese sitio triunfa o no.
La puerta fría es muy dura. ¿Por qué sufrirla cuando podemos entrar directamente al salón? En eso se basa el poder de la recomendación. Y gracias a Internet ahora es más grande que nunca.