Genio y figura. Orson Welles fue un auténtico artista que no dejaba indiferente a nadie, desde su aspecto de hombre rudo e intratable y a la vez cercano y visionario. Siempre tuvo una razón para tocar algo, para mover un dedo, y aunque es conocido por cuatro éxitos renombrados, su vida profesional fue muy productiva, así como su forma de mirar y narrar, un ejemplo que pocos han sabido imitar, con un sillón especial en la academia de la #Influpedia.
Sobre las tablas, detrás de la cámara y delante de un micrófono creaba micromundos que han revolucionado la Historia. Mirada profunda, presencia imponente, voz penetrante. Ciudadano Kane, Touch of Evil, The Stranger.
A través de la radio consiguió un efecto multiplicador impensable en los años 30 y 40, sorprendente y admirable desde 2014: sembró el pánico con la adaptación de la novela de ficción de H. G. Wells La guerra de los mundos y quisieron su cabeza y no precisamente en una bandeja de plata. Sin redes sociales. A pelo.
Locutó de forma teatralizada desde las ondas de la CBS en 1938 una invasión marciana. Meteoritos y naves llegaban a la Tierra para arrasar con el planeta, indefensa ante la derrota de las fuerzas de seguridad norteamericanas, derrotadas por rayos de calos y gases venenosos.
Sí, avisaron antes y durante de la dramatización, pero el realismo del actor como locutor de radio, la grandiosidad del suceso, el miedo de una América puedelotodo venida a cero ante lo desconocido… hicieron que todos creyeran que la vida humana estaba a punto de desaparecer. Teléfonos de la Policía, Bomberos, Gobierno… ardieron y cuando acabó el relato, la nada. Orson Welles se atrevió a dejar en bragas al hombre americano, a hacerle sentir minúsculo y avergonzado por haberse dejado engañar.
Aunque lo hubiera querido, nunca pudo desprenderse de este impacto. Esta notoriedad estigmatizada le persiguió de por vida, la misma que le premió con la persecución durante años y la admiración durante décadas que pronto serán un siglo.
Con las redes sociales todo parece más fácil. La viralidad es una realidad aunque no siempre se logra persiguiéndola y, por el contrario, en ocasiones se produce a penas sin esforzarse. Pero en la distancia del tiempo y los medios, no podemos escaparnos de la mirada y el espíritu de Orson Welles que sobrevuelan cada mensaje que impacta al mundo. Lo suficiente como para moverse en la red con respeto y poniendo de nuestra parte todo el talento con el que contemos.
Para todos aquellos que creáis, compartís, escribís, interactuáis, y vuestro fin es ser alguien, tener un nombre, ser un Orson Welles en las pequeñas o grandes escalas en las que os mováis o a las que aspiréis, os dejamos con una de sus frases que seguro habéis sentido: “Lo peor es cuando has terminado un capítulo y la máquina de escribir no aplaude”. Esperamos mucho de ahí fuera y la ovación a nuestro trabajo, aunque sea muda o tímida, debe salir en primer lugar de uno mismo.