Señoras que saben lo que quieren y, sobre todo, lo que tú quieres, aunque no lo sepas. Que piensan por ellas y por todos sus compañeros empezando por ti primero. Saben qué comprar, dónde y al mejor precio. Qué comer, dónde, cómo cocinarlo y en cuánto digerirlo. Aconsejan sin pedírselo y contribuyen a la comunidad con nuevos conocimientos cada día, también las consecuencias de no tenerlos en cuenta. Y lo hacen sin pensarlo, sin darse cuenta, pero a base de trabajo. Porque un día se convirtieron en influencers y no saben parar de serlo. Ellas, cómo no, son las madres.
Que no os engañen. Los estudiosos dicen que la palabra “madre” viene de “mater”, tan antigua como la propia lengua latina. Y al parecer, ya aparecía como la usamos en las jarchas mozárabes de los siglos XI y XII. Pero lo que Influencity ha descubierto, tras décadas de excavaciones, es que en realidad se trata de una serie de siglas… M. A. D. R. E. no es ni más ni menos que “mirar, animar, describir, rastrear y escuchar”. Características que todo influencer debe llevar en su ADN, tenga o no prole.
La gran mayoría de las nuestras son señoras que te llevas en la cabeza al salir de casa, en el bolso, en el bolsillo, en el móvil. Se cuelan en tus sueños, en tu cabeza cuando intentas ligar y cuando –por fin- ligas, cuando te tumbas en el sofá o decides hacer puenting. Señoras que te hacen preguntas, se responden solas y preguntarte qué harían ellas en tu lugar y qué esperarían de ti, como el eco de ese ángel bueno y puñetero sobre tu hombro derecho.
Son esos referentes cuyas razones no nos sirven en infinidad de ocasiones y cuyos límites nos desesperan tantas otras, pero que no podemos dejar de consultar aunque sólo sea pasando por delante y entrando en su campo de visión. Son paradógicamente los mismos a quienes tantas veces desearías parecerte para pisar por la vida de otra manera. La manera.
Algo así como lo que descubríamos esta semana dando un paseo por Twitter y nos ejemplificaba muy bien Teresa, consultando a la comunidad lo siguiente –foto incluida-: “Una pregunta antes de que mi madre me chille que adónde voy así…”. ¿Os suena esa certeza? Parece inevitable.
¿Y qué hay de esas madres que son twitteras, bloggeras o instagrameras y te reprochan dejarte la cama deshecha por la red? ¡Lo más! “Esta juventud”, decía la foto. Y la hija respondió horrorizada: “mamá, pero qué fuerte”…
En definitiva, señoras que llenan vacíos, escuchan y contestan, innovan e inventan, conservan y respetan, trabajan y cuidan, opinan y hacen opinar. Señoras que, sin necesidad de bolsa en la cabeza, saben qué hacer cuando llueve, cuando no y cuando tú llueves por dentro.