Palmeros y aduladores. ¿Los queréis? ¡Hay por doquier! Profesionalizarse en regalar los oídos mola, debe ser sencillo saber decir aquello que quien paga o regala espera o quiere ver de sí. Y que hablen bien de uno, nuestros productos y servicios es lo que toda empresa, negocio o marca desea, ¿no? Un boca a boca positivo que se traduzca en ventas y ganancias. ¿Cómo no aspirar a conquistar el mercado con un séquito de voceros de nuestro lado? Sería de locos no reclutarlos…
Pues no, así no funciona esto, esto no es Marketing de Influencers y planteárselo de este modo es una total equivocación. Sí, es posible que a alguien le funcione, que le haya resultado rentable en algún momento y que cuente con fieles dispuestos a decir y hacer sin sentirse identificado con la propuesta. Pero lo cierto es que esta estrategia tiene las patas muy cortas y que de influencer, este portavoz consentidor, tiene poco.
Un influencer tiene en torno a sí una comunidad que le escucha y sigue con vehemencia. Pero no todo aquel que suma y suma followers lo es, como tampoco aquel que crea con calidad y no llega a mucha gente. Ser influencer es fruto de una combinación de factores exitosa y como tal debe de ser considerado. Pero esta valoración no nace de las marcas, debe nacer del propio influencer. Es decir, uno debe conocer bien su personalidad y forma de ser y hacer para poder trabajar con marcas y exactamente con aquellas y de aquella manera con las que se sienta identificado.
Por tanto, “comprar” comentarios positivos y “dejarse comprar” no tiene nada que ver con el Marketing de Influencers. Apostar por ello puede interpretarse como no confiar en lo que hacemos y vendemos, en nuestro producto o servicio. Es tener miedo y querer controlar lo que, en verdad, es incontrolable. Hablamos de emociones y sentimientos, de cosas y experiencias que completan nuestras vidas, que forman parte de ilusiones y pasiones. Y eso no es un juego, hay que tomarlo en serio. Tanto como que una marca es mucho más que unas letras y unas cifras.
Si de verdad crees en lo que haces y en que una forma inteligente de demostrarlo y ganar la confianza de los que están ahí fuera, más allá de los despachos y las decisiones frías, no debe haber miedo a las críticas porque lo mejor de un influencer es su capacidad crítica.
-Hablar por hablar, regalar por regalar
-Amar a quien tiene muchos followers y despreciar a quienes empiezan
-Que quien quiero repita lo que quiero que diga de mí
-Hacer que otros hagan por mí mi trabajo
-Solo importa ganar, hacer caja
-Los mensajes no tienen trasfondo real, no hay emoción y sentimiento
-Atacar a la competencia a base de fabricación de haters
-Imposición de tarifas ni trabajos
-Forzar, fingir, mentir
-Creer en las personas y su capacidad crítica
-Valorar el esfuerzo y la creación de contenidos de calidad
-Querer alcanzar al público que se identifica con una marca y con quien la marca se identifica
-No tener miedo a las críticas y desear aprender de ellas
-Negociación serena y coherente
-Vivir experiencias y tener libertad para contarlo
-Ser original, sincero y natural