Filólogo de formación y hombre de radio, televisión y teatro en la práctica. Eugeni Alemany es un profesional de mil aristas, tan riguroso y comprometido con las ideas como con el humor. Una cara conocida que ha pasado por casi todos los canales de la pequeña pantalla en España, con una rapidez mental y don de palabra como pocos.
Charlamos con el artista y la persona para conocer cómo fue su aterrizaje en las redes sociales y su evolución, cómo las administra y su forma de interactuar. Es un usuario tardío de Twitter (@EugeniAlemany), dice. Llegó hace un año y tiene 11,8 K de followers, entre los que abundan españoles y valencianos que entienden sus mensajes, sus críticas, sus locuras y sus corduras.
Sin duda, la línea divisoria la marca el sentido común de cada uno. Y esta línea tampoco es tajante. Si hablamos de las redes sociales, todos subimos fotos de momentos privados de la vida cotidiana. Como cuando subes una foto con los amigos compartiendo una paella. Y otra veces son mensajes más profesionales: como la promoción de un espectáculo o la recomendación de tal artículo de prensa o vídeo. En mi caso, al dedicarme al entretenimiento te puedes permitir mezlcarlas, fundirlas o incluso inventarlas. De hecho, sobre el escenario, los cómicos ya solemos contar cosas inventadas basadas en situaciones personales reales.
Yo creo que todo el mundo se expresa como en la vida. Y más cuando no adoptas un personaje. Que eres tú. O lo peor de “tú”.
Hace poco, curiosamente, hice un vídeo jugando con que las redes me las llevaba mi madre. Que ella era mi CM. Pero sí, en mi caso es necesario. Ma mare faria feredat. Yo no tendría un CM porque mis tuis son personales, pero entiendo que haya gente que los tenga, normal. Como tienen otras 30.000 cosas más: managers, road managers, RR.PP… Es muy profesional que Lady Gaga tenga: es una estrella. Como la Coca-Cola. A ver si algún día puedo tener uno yo para cagarla, solo, de vez en cuando…
Es muy importante. Tanto para la emisión de mensajes como para la recepción. Esto último casi más urgente todavía. Y en las redes sociales, además, como medio de difusión, con el añadido de que genero mi propio contenido. Como guionista, las redes sociales me permiten otro canal para explorar la creatividad. Al final te entretiene inventar.
Empecé con Facebook hace años. Tenía una cuenta de “amigo”. Cuando llegué a los 5.000 hice el drama este de cambiar a perfil. Que pierdes todo lo que tienes. El Zuckerberg este en eso es bastante cabrón. Qué necesidad tiene él de borrar todas tus mierdas.
A Twitter llegué hace muy poco. Me echaba para atrás la volatilidad. Esa inmediatez que da para poco análisis. En Facebook la interacción es más sosegada. Y más largo, que los 140 caracteres, a los que somos xarradors (habladores)…
Pero, justamente esa velocidad de Twitter, también me ha permitido conocer a mucha más gente y mucho más deprisa. Oye, y que yo sigo a gente muy rara. Aunque consuela pensar que los que me siguen todavía están peor.
De manera natural, me suelo expresar en valencià. Eso me hace pensar que, al menos, no me sigue gente de Arabia Saudí. Más que nada, porque digo muchas cosas de broma, a veces retuiteo noticias de actualidad valenciana o subo fotos comiendo jamón. Claro, esto último, en Arabia Saudí es poco más que igual que si subiera fotos maquillado como Conchita Wurst. Que también lo he hecho…
Luego, también charlas de otras cosa. Eso es lo que más me gusta de las redes sociales. Que a diferencia de los medios de comunicación tradicionales como la televisión, aquí puedes dialogar con los “espectadores”. Eso es lo más grande. Cuando de manera casual, se producen situaciones, donde los “followers” dejan de ser, eso, espectadores y empiezas una conversación con alguien como la tendrías de manera normal en un tren, un bar o en la calle. En Twitter puedes hablar de tus aficiones: de futbol, de cocina y hasta de filología. Hay frikis de lo que quieras. Y eso, menos mal, te hace sentir que no estás solo.
Un buen profesional es alguien que ha de conocer sus límites. Porque eso te permite dos cosas: ofrecer tu mejor trabajo y segundo, no cagarla. Algo bastante importante. Lo mejor es ser sincero por ambas partes, plantear las expectativas y proponer alternativas. La elección, finalmente, ha de ser mutua. Eso siempre lo he aplicado en las campañas en la que he participado. Digamos que tiene que haber flechazo. Eso hace que te ilusiones, como cuando empiezas un trabajo nuevo. Al dedicarme al entretenimiento, también hay casos donde además recurren a tu parte como profesional. En esos momentos, además, pasas a ser uno más del equipo. Eso es divertido y es cuando puedes aportar proximidad y experiencia, creatividad, innovación…
Creo que en las redes sociales todos somos como en la calle: hablamos, reímos, bromeamos con la actualidad… o nos cagamos en ella. Si te dedicas al humor, ¡incluso es lo que se espera que hagas! He cambiado los chistes de bar por los chistes de Twitter. Para mí es peor. Por lo menos antes me acababan invitando a un gintonic.
Lo imagino como una plataforma de encuentro entre gente que quiere transmitir un mensaje de manera distinta, a gente diversa, de manera global. ¡Todos no somos iguales, aunque nos puedan gustar las mismas cosas! Insisto que al final, somos la misma gente de la calle los que estamos en las redes sociales. ¡Y nos llevamos nuestra reputación con ellas! Que tengas esto presente hace que la gente pueda confiar en ti. Las redes sociales sirven para muchas cosas y sin duda esa capacidad para crear buen rollo está entre las mejores.