El líder espiritual del budismo, el Dalai Lama, es una estrella en las redes sociales. Desde que irrumpió en Twitter en 2010 cuenta con 9,59 millones de followers. Pero hace tan solo unos meses que llegó a Instagram y ya va por los 75.540 followers. Con una media de un tuit cada cinco días suele lograr 7 k de retuits y favoritos, generando hilos de conversación entre budistas de miles de intervenciones. En Instagram recopila una media de 5 k de likes, aun publicando dos fotos a la semana a lo sumo.
El perfil de Instagram es más mediático. Las fotos está muy cuidadas, todas cuadradas y sin filtros, tratadas previamente y realizadas por fotógrafo profesional que sigue sus pasos de forma estratégica y sutil. Con gran colorido y ángulos muy interesantes, las imágenes siempre tienen un fin divulgativo de visitas, entrevistas o proyectos humanitarios. Pero, por encima de todo, de la propia figura del Dalai Lama, que se presenta siempre cercano, humano y con un punto de humor que cabe reconocer.
La estrategia de comunicación resulta impecable, consiguiendo llevar el mensaje del Dalai Lama del plano espiritual al más mundano, el que queda atrapado en la tecnología. A través de las redes sociales, Dalai Lama ha conseguido meterse al mundo en el bolsillo. Es un ejemplo de la transformación de medios para la difusión de la palabra de cualquier religión a lo largo de la historia, adaptada a simbologías, mecanismos y métodos que dieran alcance cada vez a más gente. Y esta apuesta por las redes sociales está cosechando muchos éxitos.
Un ejemplo de esos guiños de humor de líder espiritual, con un grupo de estudiantes de Medicina en Tibet, simulando vestir una de sus túnicas y sumándose a la hermanación de culturas:
Le costó hacerse con su cuenta de Twitter, ya autenticada por la red social, ya que previamente existía un perfil falso:
Y todas estas fotografías y mensajes que difunde están recogidos también en su web, una plataforma muy activa donde combina vídeos, noticias y enseñanzas.