Abel Arana (@AbelArana) es pura energía. Es acción. Es decisión. Es sonrisa y sinceridad, le pese a quien le pese y con un objetivo muy claro: ser él mismo, persona y marca. Se define como la cara B de los programas de televisión, fue de los primeros en España en retransmitir a través de las redes sociales su opinión y visión de lo que veía en la pantalla, en directo, haciendo ruido, aportando una narración alternativa de la oferta mediática, sin pelos en la lengua.
Sorprende de él su positividad constante, su energía en cada intervención, tuit, comentario, post en su blog, en G+ o Facebook o con cada fotografía llena de color, mensaje y sentido. Instagram (Abelaranamedia) es uno de sus foros de acción más atractivos en el que se muestra sin tapujos por dentro y por fuera. Dice lo que piensa y hace lo que dice y sabe mantener en el plano íntimo aquello que pertenece exclusivamente a su vida privada, aunque no lo parezca. Y su trabajo en las redes se traduce en cuatro horas diarias de dedicación, fines de semana incluidos.
Abel Arana cree en que ser natural, humilde y sincero en las redes son imprescindibles, aunque con ello te ganes algún que otro detractor. Es más, “tu detractor es tu mayor fan”, afirma. Una filosofía de vida en toda regla. Conocerle mejor es todo un privilegio, una oportunidad de tomar apuntes…
¿Alguna vez has visto a un señor viendo el fútbol por la tele pero escuchándolo por la radio? Pues hace muchos años decidí llevar ese concepto a las redes sociales. Decidí inventar la “retransmisión alternativa” con un añadido maravilloso, no sólo me iban a leer a tiempo real, además iba a poder interactuar con todo el mundo. Y lo bueno del asunto es hacerlo a mi manera, con mis palabras, con mi estilo, con mi humor. Y ahí sigo
Ni idea ja ja ja. La verdad es que soy así, me sale solo. No creo tener ningún mérito especial excepto la rapidez en reaccionar. Y tengo que decir que toda la gente que interactúa conmigo ayuda muchísimo. Ellos son, en gran parte, responsables de mis tuits. Y no sabes lo agradecido que estoy.
Es una absoluta obligación y una filosofía de vida. Decir siempre lo que pienso e intentar expresarlo faltando el respeto lo menos posible. Yo soy así, no funcionaría de otra manera. Es lo mismo que la tele, la cámara capta lo que eres, y la gente, que es muy lista, sabe enseguida si quieren más de ti o no.
Lo malo de asunto es que no se puede escribir a gusto de todo y de vez en cuando aparecen “haters”, a los cuales adoro, todo sea dicho. Creo mucho en eso de que, en realidad tu mayor detractor es tu mayor fan. Tengo en Twitter un pequeño grupo de haters (¿Puedo mandarles un saludo?) que me dan caña cada vez que pueden. Esto es así y no me quejo. Al tener una personalidad pública por mi trabajo me expongo a las críticas. Lo malo son los insultos… pero es que hay gente muy sola y con vidas muy complicadas.
Pues básicamente haciendo lo que me pide el cuerpo. Y ya. No hay secretos. Lo que veis es lo que hay. La sinceridad es fundamental en todos los aspectos de la vida.
Es parte de ese humor absurdo que tengo y que ni mi madre entiende, que es una bendita y me lo tolera todo excepto que vaya por la calle con bermudas muy cortos. Ja ja ja.
Todo. Me interesa todo. Sobre todo lo que me puedan contar personas anónimas. No me interesa para nada el mundo celebrity aunque hable de él en el blog. La gente es una fuente constante de riqueza, de cultura, de enriquecimiento. Estoy mucho más interesado en lo que me pueda contar un ama de casa que saca a sus hijos con 800 euros adelante todos los meses que en último cambio de look de Madonna.
No solo es posible, es necesario cuando haces de tu nombre tu marca. Yo tan solo intento contar aspectos de mi vida en las redes. En Facebook básicamente comparto mi contenido editorial del blog, en Twitter opino y retransmito programas de Shine Iberia, la productora para la que trabajo que tuvo la terrible idea de convertirme en el primer cyber presentador de la tele en España y en Instagram muestro una parte de mi vida que quiero además de mis particulares obsesiones como los labios, las zapatillas de deporte y los flamencos rosas. Si lo juntas todo, entonces tendrás una visión bastante completita de mi vida aunque no total. Mi vida privada, mis amigos, mis padres… están absolutamente vetados en mis redes. Los quiero sólo para mí. Ellos no tienen la culpa de que yo sea conocido y los protejo todo lo que puedo.
La primera vez que me di cuenta fue cuando L’Oreal se puso en contacto conmigo para decirme que les gustaría convertirme en embajador de Kiehl’s, una marca brutal de cosmética americana muy comprometida con el medio ambiente y las acciones sociales. Ahora mismo, además trabajo con Heineken y Bombay Sapphire. Y todo ha venido de una manera natural.
Son las marcas las que se han acercado, supongo que fruto del eco de mis publicaciones o de mi presencia en medios de comunicación. Les estoy absolutamente agradecido por apoyar y amplificar mi trabajo. Pero repito, todo ha ido fluyendo muy poco a poco después de muchos años de durísimo trabajo. Poca gente sabe que dedico cuatro horas diarías tan solo a buscar contenidos y editar el blog, fines de semana incluidos. Hay que trabajar mucho para llegar a sitios. El secreto es el esfuerzo y la constancia.
Mientras trabajaba presentado la sección de Twitter en “La Noria” unas señoras me asaltaron en la sección de congelados para hacerse unas fotos conmigo. Y enseguida vino el guardia de seguridad para decirles que estaba prohibido hacer fotos, y el pollo que montaron las señoras fue monumental ja ja ja. Básicamente es todo bueno, sólo puedo estar agradecido todos los días por lo que me pasa. Que alguien te pida una foto, un autógrafo o que te digan que les gusta tu trabajo es, en realidad, mi gasolina. Yo trabajo para la gente, ellos son mis jefes.
O yo soy muy pavo, o el 99% de la gente que se me acerca es encantadora, educada y amable. De verdad, no tengo nada de lo que protestar. Tengo unos lectores maravillosos.
Jamás delegaría. Yo soy yo y nadie más puede ser yo. Ya me gustaría a mí ser George Clooney ja ja ja, pero no puede ser. No hay nada más espantoso, artificial y distante que un community manager llevando las redes sociales de un famoso. Me parece una estafa. ¿La pobre Britney Spears no tiene tiempo para poner un tuit ella? Por favor…
Me queda lo de trapecista y actor porno. Pero para lo primero tengo vértigo y para lo segundo se me ha pasado el arroz ja ja ja. Y en cuanto a las redes, hay mucho por inventar. Veremos qué se me ocurre.
Me levanto a las siete y media de la mañana y mientras desayuno veo la actualidad del día en España y la del día anterior en Estados Unidos e Inglaterra. Selecciono contenido y me pongo a escribir. Después están mis compromisos con Shine Iberia, que ahora mismo estoy grabando contenido para Masterchef Junior lunes y viernes en plató y el resto de mis ocupaciones, reuniones, proyectos, etc. Trabajo unas 10 horas al día. Me queda tiempo libre justo para poner lavadoras, ir al gimnasio y al súper.
Tan sólo recordarle que cada persona somos un tesoro, que todos somos especiales, que todos somos bonitos. Lo único que hay que hacer es encontrar la manera adecuada de contarlo y siempre estar atentos a como nuestro público reacciona. Y jamás olvidar que nuestros lectores son nuestros jefes. La humildad es imprescindible. ¿Qué soy yo sin la gente que me lee todos los días?
Maravilloso. Una inciativa necesaria para promover sinergias entre ambas partes. Plataformas como Influencity son el futuro del comercio y la cultura digital. Así de claro.