Directos al grano:
No compartes sus gustos, su forma de hablar, contar, analizar o criticar. No te sientes cómodo con lo que expresa o, simplemente, no te interesa. Va a ser que no te gusta la persona…
No tiene sentido estar en las redes sociales si no eres una persona activa. De hecho, no seguirías a otras personas o marcas si no fueran activas. Si no te nace interactuar, intercambiar opiniones, compartir lo que otros dicen… ¿Por qué vas a seguir una cuenta? Es más, si es algo genérico, ¿por qué tienes una cuenta?
Tiene muchos, muchísimos. Pero no se refleja en retuits, favoritos, comentarios… Si algo te huele mal, ¿por qué te quedas a oler?
Te ves en medio de un conjunto de personas con las que no coincides. Si todos van a una, menos tú… ¡Ejem!
No te merece credibilidad que alguien comente productos, dé opiniones o haga reseñas de eventos, de acuerdo, no los leas. ¡Pero que no te veamos leyendo, eh!
Si estás a la espera y no logras hacerte un hueco, puede que no sea tu sitio… ¿Para qué insistes, para qué te indignas?
Le hablas, le favoriteas, le das likes, le comentas, le retuiteas… Pero nada, no da señales, no te devuelve las gracias ni se hace tu íntimo amigo fiel… ¡Qué pena!
Puede que no te hayas dado cuenta pero todas estas razones tienen más que ver con un punto de vista tuyo que con una realidad objetiva. ¿Sabes aquello de “lo que piensas de mí dice más de ti que de mí”? Pues en las redes pasa exactamente igual que en la calle.
Un consejo, desde el corazoncito de Influencity: Muévete donde estés a gusto, donde te sientas identificado y uno más del grupo. Participa, muévete, sigue y deja de seguir a quien consideres y no te engañes, solo la comunidad de followers hace influencer a alguien. Así que tú sabes quién lo es para ti y quién no. Lo que quizá no sepas es que tú, seguro, lo eres para alguien. Así que, cuida lo que haces y ¡disfruta de la vida!