Sí, hace calor, mucho, más que nunca. Y sí, hay quien empieza ahora sus vacaciones y prolonga al resto de los mortales la agonía de sufrir fotos y comentarios que le recuerdan que ya se le acabó lo bueno. Pero hay una serie de hábitos que debemos de ir abandonando a estas alturas, una serie de “ya está bien la cosa”. Al igual que cambiamos el contenido de los armarios, debemos de ceder ante la evidencia y hacer traspaso de herramientas.
Este es nuestro repasito:
El #Piestureo puede tener su gracia. Una vez, un día, en algunas personas… El verano invita a fotografiar los dedillos y tenemos miles de excusas: nuevas sandalias, pedicura reciente, el último grito en esmaltes, pisar la arena, jugar con el agua, cruzarlos con los de tu pareja…
Pero pronto empezaremos a taparlos y hasta que no tengamos nuevos zapatos y ante el peligro de dar protagonismo a modelos de antaño ya mostrados -los followers tienen mucha memoria-, hay que ceder el protagonismo a las piernas. Es lo que se llama #Legstureo. Es real, está pasando y hay que empezar a pulir la técnica: cruzadas, estiradas, hacia el cielo, andando, desde arriba, desde abajo, de lado…
El verano contribuye a encuentros y reencuentros con amigos con los que no coincides el resto del año. Con la excusa, cada cena, escapada o encuentro fugaz se convierte en foto segura. Volvemos a la realidad y las personas con las que más vas a coincidir son compañeros de trabajo -con suerte-, familiares y, como aquél que dice, amigos de invierno. Los sustitutos perfectos para pasar el mono son las parejas, mascotas o bebés. Aunque lo de volver al protagonismo egocéntrico del selfie siempre parece lo más socorrido.
No es posible que en verano la transpiración no exista. No es agradable mostrarlo abiertamente a no ser que sea mostrando esos increíbles logros deportivos que tanto nos gusta enseñar. Bien, es posible. Pero solo aparecemos mojados de forma estudiada, al salir del mar o la piscina o tumbados al sol con una serie de gotitas estudiadas en el hombro o junto al ombligo. Pues llega un momento que esto falsear o forzar la realidad para que con estas temperaturas parezcamos estupendas y estupendos, no es de recibo. Y es curioso, porque este fenómeno solo ocurre en época estival.
Pronto llegará el otoño y si llueve y saltamos en los charcos, lo contamos. Si hace falta un paraguas, lo usamos y si por uno de esos fastidios de la vida te pilla sin uno cerca y te calas en la calle, seguro que la caída de un mechón de forma graciosa, las gotas en las gafas, las manos mojadas o una visión de cómo cae el agua al otro lado de un cristal es perfecta excusa para reflexionar en la red o subir fotos.
Seguiremos viendo mesas preciosas, aunque nos perdamos el cuadro de subirse a las sillas de un bar para ofrecer el ángulo perfecto. Pero ya se ha acabado la temporada de los espetos, las hamburguesas XXL típicas de no sé dónde, los helados que desbordan y las copichuelas de terraza exclusiva. Ahora toca domar los michelines y ofrecer otra realidad. Eso sí, preparaos para otra oleada de pasión por el running, los logros de gimnasio y los zumitos saludables de todos los colores.
Se van acabando las sonrisas antes de partir o al llegar a un destino exótico por vacaciones. Ahora las fotos que veremos en aeropuertos nos hablarán de viajes que requieren corbatas y maletines y que probablemente tengan billete de vuelta en unas horas. Menos en Castellón que uno puede ir de paseo en cualquier época del año.
La época de ponerse ropa sobre ropa está a la vuelta de la esquina. Muchos influencers recibirán paquetes con productos y sugerencias de marcas diversas. De hecho, gran parte de sus seguidores estará esperando el momento de saber qué se lleva y cómo para ser de los primeros en ponerlo en práctica.
Más ropa, más complementos, significa más razones para contar cosas y con mil opciones distintas. En el verano escasean las excusas de forma directamente proporcional a las prendas que utilizamos. Una vez se enseña bikini o bañador solo puedes repetir concepto aunque cambie de color y forma. En otoño e invierno la cosa cambia. La variedad regresa.
En la orilla del mar, en la cubierta de un barquito, al borde de la piscina uno cree que controla y ha visualizado la gran foto de su vida. Pero no son pocos los sustos y lamentos que se producen en verano con la caída al agua de nuestros preciados móviles. Se empiezan a acabar los inventos temerarios. Pero solo los que entrañan fundir nuestros teléfonos practicando natación.
Comienzan las grandes ideas relacionadas con las alturas, las perspectivas imposibles, los zooms desde azoteas y escaleras y el boom del palo extensible que promete poderlo todo. Queridos móviles, preparad las alitas.